El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea define la liquidez como «la capacidad de una entidad para financiar aumentos de su volumen de activos y para cumplir sus obligaciones de pago al vencimiento, sin incurrir en pérdidas inaceptables».

En este sentido, el riesgo de liquidez se puede expresar como la probabilidad de incurrir en pérdidas por no disponer de recursos líquidos suficientes para cumplir con las obligaciones de pagos comprometidas en un horizonte temporal determinado, y una vez considerada la posibilidad de que la entidad logre liquidar sus activos en condiciones razonables de tiempo y precio.

Las entidades del sector financiero se encuentran particularmente expuestas al riesgo de liquidez, dada la naturaleza de sus actividades, entre las que se incluye la captación de fondos. Se trata de un riesgo inherente a la actividad bancaria; sin embargo, el riesgo de liquidez había recibido menor atención que otros riesgos, tanto por parte de las entidades como de los reguladores. Así, hasta 2010 la normativa consistía fundamentalmente en una serie de principios cualitativos no vinculantes sobre la buena gestión de la liquidez.

En los últimos años, no obstante, este hecho ha cambiado; la crisis financiera y las restricciones de liquidez han provocado que reguladores y entidades iniciasen una reflexión profunda sobre la gestión del riesgo de liquidez, con el objetivo de garantizar la estabilidad financiera y prevenir nuevas situaciones de tensión. Por parte de los reguladores, esta reflexión se ha concretado en la definición de nuevos estándares normativos vinculantes y de carácter más cuantitativo, que están actualmente en proceso de implantación.

Estos estándares conllevan sin embargo una serie de impactos macroeconómicos y financieros que están siendo evaluados por parte tanto de los propios reguladores como de las entidades financieras. Uno de los principales impactos es el incremento en la contracción a corto plazo de la liquidez en los mercados, lo que está haciendo que las entidades otorguen aún más importancia a los depósitos de su clientela como fuente de financiación, efecto en parte alentado por los propios reguladores.

En este contexto, las entidades están desarrollando marcos de gestión que contemplan el riesgo de liquidez desde todos los ángulos: gobierno, organización y funciones, políticas y principios, metodología, stress test, planes de contingencia, herramientas y reporting.

El presente documento pretende facilitar una visión global (y al tiempo detallada) del riesgo de liquidez, que aporte claves esenciales de la situación actual y de las tendencias normativas y de gestión de este riesgo. Para ello, el documento tiene cuatro objetivos básicos que, tras un resumen ejecutivo, se desarrollan en cuatro secciones:

  • Describir la situación actual de la normativa de liquidez, con especial énfasis en la nueva regulación emitida por el Comité de Basilea (conocida como Basilea III).
  • Caracterizar los impactos de esta normativa tanto en la economía real como en la industria financiera e identificar puntos que pudieran generar incertidumbre o sobre los que todavía no existe acuerdo entre las entidades y los reguladores.
  • Analizar un aspecto muy relevante de la gestión de la liquidez, como es la estabilidad y la dependencia macroeconómica de los depósitos de las entidades financieras, a través de un estudio cuantitativo con datos reales y de un análisis cualitativo de varios casos singulares, tanto recientes como históricos.
  • Por último, describir cómo están adaptando las entidades financieras sus marcos de gestión a esta nueva realidad, con énfasis en las prácticas más avanzadas del sector y los puntos de desarrollo futuro.

 

Para más información, accede al documento completo en PDF haciendo clic aquí. Documento también disponible en inglés y portugués.